Trátese de una persona o de un conglomerado, la publicidad está activa, silenciosa y persistente. Una persona no es tan conocida por lo que hace, sino por la percepción que los otros tienen de lo que hace: esto es publicidad. Si el individuo o la empresa es responsable, se expandirá una opinión positiva que influye a aquellos que no tienen trato directo ni con el individuo ni con la empresa. Y este es el trabajo de la publicidad. En manos de un profesional la publicidad deja de ser una actividad aleatoria y se convierte en una ciencia cuyo principal fin es informarle al gran público aquello que a usted, como anunciante, le interesa saber. Una empresa que cree que no necesita publicidad generalmente proyecta una mala imagen publicitaria. Y esto sin mover un solo dedo. Porque la mala publicidad siempre es gratis. Gratis y efectiva.
Si usted es de lo que piensan que no necesita la publicidad, piénselo nuevamente. Si posee un negocio, lo que adquirió para formarlo debió comprarlo en alguna parte, y para comprarlo debió saber que ese producto o servicio existía. Es decir: usted dependió de la publicidad que otras empresas hicieron para invertir en lo que necesitaba. ¿Que pasó con la empresa que no quiso publicitarse? Al igual que usted, muchos no compraron sus productos por muy maravillosos que fuera, simplemente porque desconocen esa empresa que "ahorra" en publicidad, y ¿cómo vender lo que no se muestra? Al final ¿quién salió ganando? ¿La empresa que invirtió en llegar hasta usted y mostrarle sus productos, o la que "ahorra" eliminando la publicidad?
Su respuesta es el mejor indicio de la importancia de la publicidad.